#99 – El pervertido de la zapatería

Este es el segundo de tres artículos donde te relato encuentros con mi Oscuridad. Puedes leer el primero aquí.

Este segundo encuentro volvió a ocurrir en la gran ciudad de Barcelona, pero ahora yo ya no era un niño, sino un adolescente de… ¿16 años? Por esa edad sería.

Creo que era la primera vez que iba a la ciudad solo. Sin amigos. Sin familia. Y llevaba la intención y el dinero para comprarme unos zapatos.

Así que bajé del tren en Plaça Catalunya y me dirigí andando hacia el Portal del Ángel, una de las calles comerciales más concurridas del centro.

Donde todo el mundo va a comprar, vaya.

Hay cientos de tiendas de todo tipo en aquella zona. Y muchas zapaterías.

Eso recordaba mientras bajaba por la calle mirando a ambos lados y acercándome a los escaparates.

«Estos zapatos me gustan. Estos no. Uy, qué caros estos. ¿Cuáles me compro?».

Un mozalbete en medio de la jungla de asfalto. Y no hace falta magnificarlo más de lo que fue, pero sí quiero señalar una cosa: la ingenuidad, la inocencia de ese niño.

Llamémosle niño, todavía.

Sí, esa ingeniudad estaba 100% presente.

Y eso es lo que atrae al «depredador», muchas veces…

No sé si llamarlo ingeniudad, falta de presencia, inexperiencia o incosnciencia… Vaya, las características de la Víctima.

Al final del Portal del Ángel, girando a la derecha, había una gran zapatería en la que tambíen entré. Tenía forma circular y, a lo largo de los años, ese local ha albergado otras tiendas. Pero por aquel entonces era una zapatería. Y, curiosamente, hoy en día también es una.

Recuerdo lo que me pasó allí cada vez que, en un futuro, he pasado por esa calle.

Bien, pues mi Guillem de 16 años estaba mirando los zapatos del escaparate circular cuando oí un silbido a mi lado izquierdo. Giré la cabeza y un tipo con gabardina y gorro me miraba con cara extraña. Seguí mirando y el tipo me hizo un gesto obsceno con la lengua.

Me sentí molesto. Mucho. Se apoderó de mí, sin remedio, una mezcla de incertidumbre, miedo y profundo rechazo. Me sentí como violado energéticamente, si te digo la verdad. Esta es mi interpretación actual de esos hechos.

Así que empecé a andar fuera de la zapatería, hacia la calle, y el pervertido detrás mío, ¡claro! Pegado a mi espalda. O esa era mi Percepción… Empecé a andar más rápido y el tipo detrás, pegado a mi cogote. Yo estaba nervioso y muy molesto y andé durante unos metros así.

Hasta que, en un momento dado, el miedo cambió a mecanismo de defensa, supongo, y en vez de escapar como podía, apreté mis puños y me dije: «Ya verá este hijo de puta». Y me giré, con mala leche, para enfrentar la situación como el guerrero que también puedo ser.

¿Y sabes qué? No había nadie. Solo la gente de la calle, que iba y venía.

Ni rastro de ese tipo que me había seguido durante al menos 150 metros…

Se había esfumado, mucho antes de que yo me hubiera dado cuenta. Pero ya había hecho lo que quería: acosar a un chaval joven y alimentarse de esa Energía.

De nuevo, nunca sabré quién era ese hombre ni qué quería. Ni si era real, si quiera… El caso es que yo viví esa situación como un ataque personal y eso sirvió un propósito. Ahora lo sé.

Aunque solo fuera para enfrentarme a una parte de mí: ¿quizá al «acosador» que he sido en otras vidas y que he rechazado, por supuesto, por ser algo malo?

Mi Sentir me dice que es una Energía propia que está en la periferia de mi Conciencia, volviendo a su Creador para ser reconocida. Esto es lo que hacen los Aspectos Oscuros. Pueden presentarse a través de cualquier situación desagradable, para que les des el reconocimiento que desean.

Y que merecen.

Porque son Creación tuya (no como Guillem humano, sino como Todo Lo Que Yo Soy, ¿sí?).

Entonces, no los puedes rechazar.

Aunque te cojan por sorpresa.

Este es el «trabajo» de la persona que está en el camino a la Realización: recibir y recojer esas partes de sí mismo que son feas, malas, y que han sido rechazadas.

(Por cierto, échale un ojo al artículo sobre el Águila de la Oscuridad, donde dejo fluir la Conciencia sobre este tema de una forma potente y poética).

Toda parte volverá a casa. La cuestión es: ¿estamos preparados para ello? Muchas veces no.

Son situaciones incómodas, como en este caso del pervertido de la zapatería y mi Aspecto Guillem adolescente, un encuentro de aparentemente una Víctima con un Abusador, pero en el fondo un encuentro de Yo mismo conmigo mismo.

Pronto escribo el tercer artículo sobre encuentros con mi Oscuridad. El próximo incluye cierta violencia, pero eso solo es en apariencia. Ya sabemos que los fantasmas siempre son apariencias, ¿verdad?

A ver, ¿qué daño real te puede hacer una parte de ti herida que vuelve a Casa para que la abraces y la ames con Todo tu Ser?

Eso sí, te asusta.

Pero solo asusta a tu pequeña parte humana.

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