#118 – Historias de vidas 2: El barco pirata

Unos 15 o 16 años atrás, andaba yo muy perdido y fui a parar al «Banco del Tiempo» de Mataró.

Se trataba de una organización de intercambio de actividades, con bastantes socios, donde se usaba el tiempo y no el dinero como moneda de cambio. Es decir, tu ofrecías lo que sabías hacer, y una hora de lo que tú ofrecías valía una hora de lo que otro socio te ofrecía.

El caso es que me apunté a clases de Yoga Kundalini con una chica que se llamaba Marian.

Y, a cambio, yo ofrecía cosas como enseñar informática, hacer Reiki, etc., a otra gente.

Oye tú, ¡pues vaya con Marian! Era una profesora de Yoga Kundalini de esas cañeras. Se lo tomaba en serio, la muy bribona…

Pronto hubo un grupo de gente interesada. Y allí estábamos, una vez por semana, una 10 o 12 personas, todos vestidos de blanco, en la sala del típico centro de terapias alternativas. Creo que el centro se llamaba Dreams.

En fin, a mi me costó acostumbrarme a esas clases. Pero iba porque seguramente no tenía mucho más que hacer.

Pues eso, Marian empezó suave y fue aumentando la intensidad. Era buena profesora, la verdad. Y mi cuerpo se fue acostumbrando al Yoga Kundalini.

Un día, en medio de la clase, cuando yo menos lo esperaba, pasó algo.

Yo estaba detrás de todo y Marian nos estaba metiendo caña. Varios ejercicios.

En un momento dado, y ya bien entrada la clase, dijo: «¡Ahora vamos a hacer el ejercicio del arquero!».

Vaya.

Ese ejercicio consistía en ponerse de lado, abrir las piernas y flexionarlas ligeramente. Luego imaginarte que tenías un arco y una flacha en las manos y que tensabas el arco al máximo, como si fueras a disparar la flecha, y luego lo destensabas.

Y ahí estaba Marian, gritando: «¡Piernas abiertas, flexionadas, tensad el arco, ahora… (pausa) Y destensad!». Y repetía: «¡Tensad el arco… (pausa) Y destensad!». Y así sucesivamente.

Bien, cuando llevábamos al menos ocho movimientos de estos, en el noveno, tensé el arco y…

¡Una dimensión paralela se abrió!

De repente, estaba yo en la cubierta de un barco pirata, haciendo ese mismo movimiento de tensar, junto con todas esas mismas personas de la clase de yoga, las mismas, pero en vez de tensar un arco imaginario estábamos tensado las cuerdas de las velas de un buque.

Sí, un grupo de recios hombres tirando de las gruesas cuerdas a la una y gritando: «HEY-HO, HEY-HO!»… Coger cuerda y tensar hacia atrás… Coger cuerda y tensar hacia atrás…

Las mismas personas que estábamos en esa aula de yoga pero en otra vida, en un buque pirata… Y Marian el capitán dando órdenes desde lo alto, en el timón…

Estuve unos 20 segundos viendo (y viviendo) esta otra vida paralela… Y luego volví, de repente, más que nada porque Marian me gritaba: «¿¡Oye, Guillem, quieres dejar de tensar el arco, que ya estamos en otro ejercicio!?».

¡JAJA!

¡Pero es que yo estaba tirando de la cuerda del barco con los demás piratas! Vaya que sí, me había quedado «colgado» por un instante en ese Espacio y en ese Tiempo.

Qué bueno. No le conté nada a nadie. Fue una experiencia personal.

Pirata, sí. Siempre he resonado con esto. Como buen Shaumbra que soy. Los Shaumbra hemos sido piratas, por supuesto. ¡Yo-ho-ho! Te apuesto un cofre de oro a que esa no fue mi única vida como corsario, bucanero, filibustero o lo que sea…

Seguramente he vivido varias vidas de estas; pero ese día, por el motivo que fuera, vivencié esa. Bueno, el motivo, deduzco, sería que estábamos reunidos en esa clase de yoga las mismas almas que un día fuimos la tripulación del dicho barco. Simple. Y se abrió, al menos para mí, la puerta dimensional. No sé si alguien más del grupo experimentó algo.

Y la clase acabó y me fui a casa como flipando.

Pues eso: «¡Saludos, querido pirata del pasado! Somos primos hermanos. ¡Ahoy (Yo Aquí Estoy)! ¡Da igual las fechorías que hayamos cometido, simplemente fueron experiencias acumuladas para el Alma! Levantemos la botella de ron y brindemos para que nuestro barco llegue a buen puerto y podamos obtener ese botín que siempre hemos anhelado: ¡la Libertad! ¡Arrgh! Y cantemos, siempre, siempre, la vieja canción de: «¡La vida pirata es la vida mejor!».

Imagen generada por Realidad Virtual
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2 comentarios en «#118 – Historias de vidas 2: El barco pirata»

  1. 😁😁😁😁 yo tuve una experiencia parecida con un grupo de gente de la nueva era, en una dinámica grupal en círculo (fuck) y de repente todos éramos supervivientes de un naufragio. Lo que pasó después es muy largo de contar… Yo he llegado a una Nueva Tierra, los demás siguen flotando en su mar de sufrimiento😁

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    • Oh, interesante. Gracias por contarlo. Sí, estas cosas pasan. Yo diría que esto le pasa a todo el mundo, pero la gente no lo entiende como una «revisión» de una vida pasada… Los manicomios están llenos de gente que se han quedado atrapados en sus «revisiones»… En fin, ya les «echas un salvavidas» a los náufragos cuando los veas y ya lo cogerán si es que quieren dejar atrás su situación… ¡Besos!

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