#115 – Un fantasma al final del Camino

Y aquí va el tercer artículo de la trilogía que inicié sobre encuentros con mi Oscuridad. Puedes leer el primer artículo aquí, sobre una «bruja» coja, y el segundo artículo aquí, sobre un pervertido asqueroso.

Y en este tercer artículo nos desplazamos al Camino de Santiago, un tema recurrente en estas páginas. Volveré a él en el futuro, seguro, porque hay por ahí algunas historias más que contar…

Bien pues, enero de 2008. Tenemos a Guillem con las piernas de acero llegando al final del Camino, justo antes de llegar a Santiago de Compostela. Concretamente a la entrada del pueblo de O Pedrouzo.

Pero déjame darte algo de contexto.

El Camino de Santiago francés es una pequeña odiesa, en el buen sentido. Cuando uno lo hace, se transforma. Me refiero a hacerlo entero, eh. No a ir a hacer unas cuantas etapas cuando uno tiene día libres y eso. No, hacerlo entero. Desde Roncesvalles a Finisterre. Ese invierno de 2007-2008, yo lo hice entero.

Y fue toda una experiencia.

¿Cómo podría contarlo? Pues sales de Roncesvalles con ilusión e incertidumbre, las cuales van desapareciendo a medida que te adentras en el Camino. Llegas a Pamplona y ya ves de qué va la cosa. Poco después Logroño. Sigues y la interminable meseta te lleva hasta Burgos y luego, mucho más allá aún, hasta León. Y entras en Galicia ya en un estado diferente. Te has transformado como persona. Estás haciendo un viaje que te lleva a cruzar España entera, pero que también te lleva hacia tu interior de una forma que no sospechabas… Y el Espíriru de la tierra gallega te recibe ya en esa nueva capa de Conciencia. Entras puro, vacío, casi que ingénuo como un niño. Has dejado muy atrás a la Identidad que empezó a caminar al otro lado de España. Atraviesas las verdes aldeas de Galicia con renovada alegría y con el temor de que, muy pronto, tu mística mini-epopeya acabará y tendrás que volver a casa. A tu aburrida vida de nuevo…

Ah, y es entonces cuando descubres que la felicidad no está en llegar al destino, en llegar a Santiago. La felicidad está en medio del Camino, en cada uno de esos pueblecillos que salpican los espacios entre las ciudades que he mencionado. La felicidad, sí, y también esa ingenuidad que nace de tu Yo vacío…

Bien, pues en ese estado llegaba yo a O Pedrouzo: limpio, feliz y muy conmigo mismo.

Ahhh, y eso no le gusta a la Oscuridad… Ella te quiere con miedo… Ella viene a visitarte en esos momentos de dicha, porque, pobrecilla mía, también quiere formar parte de la «fiesta». Quiere que la tengan en cuenta, que la reconozcan en el lugar donde nació.

Pero no dejes que me enrolle demasiado. Vamos a los hechos.

Llegué a O Pedrouzo con la dicha «levedad del Ser» latiendo por todos los poros de mi piel. Entré por una calle asfaltada donde había una parada de bus llena de gente. En seguida me dirigí a ese grupo de personas locales para pedirles que me indicaran donde estaba el albergue, para pasar la noche. Vaya, como tantas otras veces había hecho en todas las etapas anteriores…

«Hola, ¿qué tal? ¿Me podrían indicar si voy bien para ir al albergue del pueblo?».

De pronto, una de esas personas se levantó y empezó a caminar hacia mí gritando como un poseso…

«¡¡Hijo de puta peregrino, te voy a matar!! ¡No te vas a escapar! ¡¡¡Os voy a matar a todos, hijos de puta peregrinos!!!».

El tipo venía rápido hacia mí, gritando esas tonterías y con un objeto punzante en la mano. ¡Algo que parecía ser un cuchillo!

Me asusté. Claro. Y empecé a retroceder. Primero lentamente. Y luego más rápido. ¡Me giré y empezé a correr! Y el tipo detrás mío insultándome y amenazándome…

«¡¡Ven aquí, hijo de puta peregrino!! ¡¡¡Te voy a mataaaaar!!!…».

Corrí y corrí. Cinco, diez, quince metros… Y luego me di la vuelta para ver si el tipo me alcanzaba o no… Y, al girarme, mi mochila de 11 kg hizo de contrapeso y caí de espaldas al suelo. Y la misma mochila también amortiguó la caida y evitó que mi cogote golpeara contra el suelo. ¡Si no es por eso me abro la cabeza, seguro!

Y allí en el suelo, en un eterno instante de repentino Caos y revenida angustia, levanté la cabeza para enfrentarme a mi agresor y a lo que viniera…

Y NO HABÍA NADIE.

NO HABÍA AGRESOR.

NO HABÍA GENTE EN LA PARADA DE BUS.

LA CALLE ESTABA VACÍA.

Y CORRÍA UNA FRESCA Y LIGERA BRISA……

Y yo allí, de espaldas en el suelo, con los ojos abiertos de par en par y con el corazón latiéndome a mil por hora.

Me levante jadeando. Mirando a todos lados a ver si veía a ese tipo que me amenazaba con un cuchillo.

Ni rastro.

En aquel momento no entendí nada.

Me repuse como pude. Miré hacia un lado y vi como un camino paralelo. Lo cogí y empecé a andar de nuevo. ¡No quería volver a pasar por esa calle de la parada del bus de ninguna manera!

Al final tuve que andar 2 o 3 kilometros más de lo que hubiera sido normal para llegar al albergue. Hice como un rodeo para circundar el pueblo. Estaba aturdido y con miedo de encontrarme ese tipo de nuevo.

Y nada, llegué al albergue de O Pedrouzo sin entender nada. Y allí me encontré con Rebecca, otra peregrina de Sudáfrica, con quien ya había hecho una buena amistad, y con un peregrino belga, que no había visto antes. Y cené con ellos y todo bien.

OK.

Se acabó el Camino, pasó el tiempo y te aseguro que yo no fuí consciente hasta algunos años más tarde de que esa experiencia de O Pedrouzo había sido una visión, una experiencia holográfica. ALGO QUE NO ERA REAL, PERO QUE YO HABÍA VIVIDO COMO REAL.

Si le preguntáramos a la «gente corriente» sobre esto, seguramente dirían que fueron imaginaciones mías. Y no estarían equivocados del todo…

Si le preguntáramos a «gente más despierta» o de la Nueva Era, seguramente dirían que eso fue el ataque de un ser oscuro que pululaba por allí y que no quería que yo llegara a Santiago de Compostela. Y no estarían equivocados del todo…

Si me preguntaras a mí, te diría que eso fue, de nuevo, un encuentro con una parte fragmentada de mí. Un Aspecto Oscuro, sí, claro; PERO EL CUAL TIENE QUE VER CONMIGO.

Sea como fuere, y ya fuera de esta historia, si una cosa he aprendido en todos estos años de Despertar Espiritual y Expansión de mi Conciencia, es a responsabilizarme de todo lo que pasa en mi Realidad. No puedo señalar con el dedo FUERA DE MÍ y decir: «Esto me ha ocurrido por culpa de esto o aquello…, o por culpa de esta o esa persona…».

Ese «fantasma» que me «atacó» no es algo que está fuera de mí y que me ataca porque sí. No. Aunque yo no lo quiera, es algo que tiene que ver conmigo.

Me hizo daño físico. Claro que no. ¿Me hizo daño psicológico? Diría que tampoco. ¿Me asustó? Pues sí. ¡En ese momento no lo pasé muy bien, la verdad! Pero simplemente es el precio que hay que pagar, a veces, cuando una parte oscura de ti vuelve a Casa. Y ya está. No le doy más vueltas.

Joder, para vueltas las que di para llegar ese día al albergue… Recuerdo que, en un momento dado, me perdí y tuve que llamar a la puerta de una casa que estaba por allí. Salió una mujer. Le pedí si me podía indicar el Camino de nuevo. Al verme, inmediatamente dijo: «Ay, chico, qué blanco estás. ¿Te encuentras bien?». A lo que contesté: «Sí, no se preocupe, estoy bien. Usted solo indíqueme por dónde tengo que ir».

EN EFECTO, ME ENCONTRÉ UN FANTASMA AL FINAL DEL CAMINO Y AHORA ME RESPONSABILIZO DE ÉL. Y TE LO CUENTO A TI POR SI, ALGÚN DÍA DE ESTOS, NECESITAS RESPONSABILIZARTE TÚ TAMBIÉN DE LOS VARIOPINTOS «FANTASMAS» QUE PUEDAS ENCONTRARTE EN TU CAMINO, SEAN REALES O NO…

Bendito Dios, a saber cuántas vidas me habré pasado con cuchillos y espadas, siendo guerrero y matando y muriendo de forma violenta… Ah, pero éstas son historias para otra ocasión.

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5 comentarios en «#115 – Un fantasma al final del Camino»

  1. What a journey you had: I remember another post of yours, where you talk about meeting a «strange» man on the way to Santiago…
    So of course everything is us, of course. But as writers, how do we talk about these incredible stories of ours, whilst knowing there is not really a crazy attacker?
    Sorry I felt like asking, as your stories are always so much fun, and I’m wondering if you too have the same question…Much love x

    Responder
    • A few adventures on the Camino, yes. I just want to have them in written form. Two more to come, at least…

      Yes, it was a crazy attacker, but he was not physical. It all happended in my Mind, or better said, in my field of Awareness. Not only the guy disappeared in a split second, but all the people in the bus stop. They were not there. Truly.

      I had the experience, but here’s the point I wanted to prove in writing this: yes, everything is ours, but only when we become All That We Are. The crazy attacker was not from or for Guillem, it was coming from All That I Am. Here’s the question I ask myself: can I become All That I Am and therefore own the attacker, or am I the human who was the victim of this unreal situation?

      Responder
  2. Divertida e interesante historia ésta de tu caminar por el Camino de Santiago. Tal y como dices he conocido a bastantes personas que han hecho ese camino entero, y todas dicen que es transformador. Yo lo tengo pendiente la verdad. Lo hice una vez en moto, hace muchos años, y estuvo bien, porque en todos los lugares importantes paraba mucho rato, contemplaba, respiraba, meditaba… vamos que me empapaba de la energía del lugar. Pero en fin, comparado con hacerlo andando nada que ver, sin duda.
    La historia del fantasma y toda esa gente en la parada del bus, muy interesante. Sí, supongo que sería un aspecto oscuro tuyo que volvía a ti, quizás para ser integrado como dices. Pero a mi parecer hay también seres oscuros o fantasmas y cosas semejantes, por ahí, sin necesidad siempre que sean aspectos nuestros. Y ya sabes, si uno es sensible, pues lo capta todo. Pero a saber qué era. Tu experiencia fue buena y eso es lo que importa. Una buena experiencia de oscuridad, para aumentar nuestra consciencia y sabiduría. Aunque te lo hiciera pasar mal en aquella ocasión, ha ha ha.

    Pues nada colega, gracias por compartir, como siempre.

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    • Buenas, Ramón. Sea lo que fuera ese «bicho», es algo que, aunque sea a un nivel profundo que mi humano no ve, tiene que ver conmigo. Como le decía arriba a Antonia, el fondo de este escrito es QUÉ PARTE DE MÍ ATRAJO (Y VIVIÓ) ESA EXPERIENCIA. El pobre Guillem, mi personaje humano, no se enteró de nada. Como diríamos vulgarmente, «las vio venir». Sin embargo, hay otra parte de mí que es la Creadora de esta experiencia, que la contiene… Y ésta es la que me interesa plasmar.

      La cosa es que en muchas de las historias que escribo pretendo explicar lo que es el Yo Soy desde una perspectiva diferente (no sé si li consigo), para que quien lea disponga de más potenciales y oportunidades para abrirse y ver su propio Yo Soy. Esa sería la intención…

      Sí, el Camino mola. Hay gente que ha ido y dicen que no volverían. ¡Yo no me movería de allí! No sé, yo encuentro la Libertad en ese lugar. Hombre, también tendrá su cosa hacerlo en moto o en bici. Pero andando y entero tiene algo especial… Sí, yo te animo a que lo hagas cuando se presente la oportunidad y tengas un mes libre por ahí.

      Abrazo.

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